15 may 2010

Diablos de azotea

El pensamiento es un destello ardiente e inaprehensible que tiene lugar en el vacío entre dos neuronas; es la electricidad en medio de la Nada. Este milagro nos demuestra que el cerebro está poblado de agujeros negros.

Las páginas que siguen nos presentan una galería de instantáneas mentales, que pueden servir como introducción al deporte de congelar pensamientos, una misteriosa variante de quienes se dedican a cazar en la mágica penumbra del universo de las setas.

Cazar estos blancos móviles llamados «pensamientos» requiere una habilidad y certeza cercanas a la cetrería: más trufa que mariposa, casi flor... debe capturarse al vuelo en un descuido, o rastreando bajo las piedras... para disfrutarlo después fungible, como el caviar, el tabaco o la vida contemporánea.

Porque vivimos sobre la marcha, cada proyecto deviene un deseo domesticado, algo voluble y fugaz como las estrellas; será un monema o una mónada, siempre inacabada pero siempre completa.

Durante una noche perteneciente a la ‘Edad de Oro’, Aforismo y Greguería se gozaron e injertaron locamente, dando lugar a la especie inverosímil que llena las siguientes páginas: el pensamiento móvil. Es fruto del sinsentido y la prisa, por tanto acorde con el vértigo contemporáneo.

Nuestros fantasmas nos empujan al abismo, llevamos al Diablo dentro... cada segundo es un parto, los demonios habitan nuestra cabeza. Sobrevivimos maldiciendo el Infinito y añorando el Absoluto.

¿Quién puebla el planeta? El abominable hombre del absurdo. 

«El chamanismo sería pensamiento en movimiento perpetuo. [...] dilapidatorio, excéntrico y entrecortado. Es una pura y elemental fulguración.

No designa una ‘religión’ en estado embrionario [...] Es un modo del pensamiento siempre virtual o posible, siempre desplegable.

No es el principio del camino hacia el Absoluto, sino la incesante desviación que nos protege de su Infinito y Todopoderoso Resplandor.

El chamán escribe el viento y, adivinándola, desleyéndola, devuelve la tierra a su ilegibilidad originaria»

Sergio ESPINOSA PROA